La creación de nuevos espacios para aulas nace de la necesidad de extender la docencia fuera de los edificios ya existentes, ya sea porque éstos estén desbordados por el crecimiento del alumnado, o porque aparecen nuevos modos de impartir disciplinas.
Existe ya un aulario y se emplea como sala de estudio.
Proyectar un edificio vacío de programa es un contrasentido que niega el rigor de la arquitectura y permite discutir interminablemente sobre entelequias.
Es posible que en disciplinas como la biología, la física, la filología o la ingeniería, estén necesitados de espacios para cursos de posgrado, másters, programas de I+D, ... que deberían cubrirse con nuevos espacios adaptados a sus exigencias. Pero de los posibles programas que orienten estos cursos no tenemos conocimiento.
Reconducir el aulario con la práctica del proyecto fin de carrera de arquitectura responde a una carencia real, y de cómo ésta se debe realizar los posibles autores lo conocen bien.
En clase se propuso un programa que discutiremos a la vuelta de vacaciones después de tantear los primeros esbozos.
ANDRÉS REBOREDO
COORDINADOR DE PFC